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lunes, 9 de septiembre de 2024

Severo del Castillo y Carlos Fuero

Carlos Fuero Unda

Gral. Juan Manuel Torrea. Arrestos Épicos. Memoria de la Academia Nacional de Historia y Geografía. 1948. Extracto.

En mayo de 1867, tras el sitio de Querétaro y la captura de Maximiliano de Habsburgo, los mexicanos hechos prisioneros en apoyo del Imperio fueron condenados a muerte de acuerdo a la ley del 25 de enero de 1862. Entre ellos se encontraba el Jefe del Estado Mayor Imperial, General de Brigada Severo del Castillo. El encargado de su custodia fue el coronel republicano Carlos Fuero, jefe del 5° Batallón de San Luis, quien había sido su alumno en el Colegio Militar y era hijo de un antiguo amigo, el coronel Joaquín Fuero.

Una noche, el capitán del cuartel que ocupaba el batallón al mando de Fuero, entró al cuarto que ocupaba el coronel y despertándolo le comunicó que el general del Castillo deseaba hablarle con urgencia. Fuero, al pensar que quien lo solicitaba era nada menos que quien había sido amigo de su familia, fue a presentársele. Al entrar en capilla, el militar imperialista le dijo: Carlos, perdona que te haya molestado, pero sabrás que voy a ser pasado por las armas y que tal vez me queden solo unas horas de vida y temeroso de que mi pobre familia, a quien tengo en esta ciudad, quede expuesta a la miseria y a los atropellos, te suplico me hagas favor de mandar llamar al padre Antonio Montes y al licenciado José María Vázquez, para arreglar mis asuntos de conciencia y de interés. A lo que replicó el coronel Fuero: —Mi general, vaya personalmente a arreglar sus asuntos. —Pero Carlos, quien te responde que yo regrese. —Su palabra de honor. Entonces el coronel Fuero le condujo hasta el zaguán del cuartel y comunicó al comandante: —Compañero, el general del Castillo va a arreglar asuntos privados. A la madrugada cuando regrese lo recibe y me manda despertar. Al notificarse las novedades de la guardia al coronel Palacios, y tras reponerse de la sorpresa, decide informar al general de día, en ese momento Sóstenes Rocha. Éste se trasladó al cuartel donde encontró a Fuero durmiendo, le despertó y con una exclamación de alarma quiso significarle la pena de su falta: ¿Pero qué has hecho, Carlos? Nada, Sóstenes. Parece que no conoces a Don Severo. Ante los reparos de Sóstenes Rocha, Fuero concluyó el alegato dirigiéndose a la celda que ocupara el prisionero: —Total, si el general del Castillo no viene, me fusilan a mí y asunto concluido. El coronel Fuero se dispuso a dormir y el general Rocha se dirigió a la sala de banderas para esperar el amanecer. Antes de la diana se oyó un quién vive del centinela de la puerta y la respuesta de "México. Prisionero de guerra". El general del Castillo había regresado.

La historia rápidamente se esparció entre la soldadesca. Al conocerla, el general Mariano Escobedo suspendió momentáneamente la ejecución y transmitió el episodio al presidente Benito Juárez, quien, impresionado por la acción caballeresca del coronel Carlos Fuero y el cumplimiento a la palabra de honor del General Severo del Castillo, ordenó la suspensión de todo procedimiento basado en la ordenanza militar. 

El general del Castillo (1824-1872) fue eventualmente liberado y murió años más tarde en la Ciudad de México. El coronel Carlos Fuero Unda (1844-1892) alcanzó el grado de general y fue gobernador de Nuevo León, Coahuila, Chihuahua y Durango.

Dudas por aclarar:

  1. ¿En qué fecha exacta ocurrió el episodio?
  2. ¿Dónde estaba ubicado el cuartel del coronel Carlos Fuero?
  3. ¿Hay otras fuentes que sustenten el relato?